Si en realidad quisiera...
Por Edgar Medina D.
Hermanos, el deseo de mi corazón, y mi oración a Dios por los israelitas, es que lleguen a ser salvos… muestran celo por Dios, pero su celo no se basa en el conocimiento.
Romanos 10:1-2 NVI
Hace años fueron editados unos libros llamados «Si en realidad quisiera…», la serie incluía temas como: bajar de peso, ser feliz, acercarme a Dios y otros. Los publicadores acertaron en resaltar que muchos de nuestros «buenos propósitos» no están respaldados por un verdadero anhelo.
— ¡Quiero dar la vuelta al mundo igual que el año pasado! —dijo un hombre.
— ¿Diste la vuelta al mundo el año pasado? —responde con asombro su compañero.
— No, —aclara el primero—, pero ¡también quise!
Queremos muchas cosas, pero, se requiere más que sólo querer; hay que anhelarlas, antes de que podamos verlas una realidad. El apóstol Pablo comprendía que muchos de sus amigos y familiares necesitaban conocer a Jesús, pues su amor, su celosa entrega y todos sus esfuerzos por alcanzar la gloria equivaldrían a tratar de hacer avanzar un barco empujándolo por la proa. Sin embargo, Pablo no se limitó a sus buenos deseos; mucho menos a lamentar el reiterado rechazo a Jesús y a su mensaje; él hizo tres cosas para que Cristo fuera una realidad en sus vidas: primero, anheló con todo su corazón la salvación de su gente. En segundo lugar, oraba por ellos de manera persiste y fiel. Finalmente, se mantenía alerta para no dejar pasar ninguna oportunidad de testificar quién era su Señor.
REFLEXIÓN: ¿Qué harías, si en realidad quisieras, que tus amigos y familiares conocieran a Jesús?
Este artículo está basado en el mensaje: Anhelo, oración y testimonio.
Lee y escucha el mensaje completo aquí.
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