Tuesday, June 04, 2013

Día 35 | Cuestiones de integridad | Levántate y camina

Levántate y camina

Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto [Proverbios 4:18 RVR]

Una mañana, muy temprano, mi esposa y yo llegábamos al aeropuerto de la ciudad en la que vivimos; estábamos por hacer un viajé ‘relámpago’ dentro del país. Cuando estábamos a punto de acceder a la sala de espera un hombre resbaló y cayó bruscamente. Rápido trató de incorporarse, pero, volvió a resbalar y cayó más aparatosamente que la primera vez. Antes de que alguien pudiera auxiliarlo había vuelo a intentar levantarse y vuelto a caer. Finalmente se levantó y siguió su rumbo por su propio pie. Resultó que la caída se propició por un poco de lodo que pisó antes de la entrada a la sala de espera. Ver a alguien caer al suelo —especialmente a un adulto—, me resulta impactante y difícilmente lo paso por alto.

Poco más tarde iniciamos sin contratiempos nuestro vuelo, y por la noche de ese mismo día estábamos listos en el aeropuerto de la ciudad a la que viajamos, esperando nuestro vuelo de regreso a casa, cuando vimos de nueva cuenta al hombre que por la mañana había caído; él regresaría en el mismo vuelo también.

Unas horas después, ya en el auto que nos llevaba a casa le pregunté a mi esposa qué pensó cuando volvió a ver al hombre que había caído. Quiero aclarar que mi esposa es una persona muy reservada y sé que no suele tomar las cosas a broma. Ella me dijo que simplemente había recordado su caída. Su respuesta estaba a tono con lo que yo mismo había experimentado. Es decir, vi al hombre tirado en el suelo una fracción de segundos esa mañana y a partir de ahí lo asocié con la imagen de un ‘hombre caído’ las siguientes tres o cuatro veces que lo volví a ver. No importaba que yo lo viera ahora caminando, de pie y sin rastro de haber querido besar el suelo de nuestra hermosa ciudad —yo lo recordaba tirado en el suelo.

El proverbio del día dice. «Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.» Quiero destacar lo siguiente; los justos, es decir los íntegros, van por un camino que se ilumina más y mejor conforme avanza su andar. La integridad plena —como he señalado— es un atributo exclusivo de Dios. Quienes alcanzan un carácter íntegro no son quienes jamás han caído, sino aquellos que a pesar de haber ‘cacheteado las banquetas’ tienen la fuerza y la determinación para levantarse, desempolvarse la ropa y seguir en el camino que los conducirá hacia su destino.

Sin embargo, algo es cierto, el recuerdo de su caída, de sus fallas, de sus desatinos y malos días quedará en el recuerdo de algunos, ¿qué hacer?... seguir de pie y avanzando. Que yo recordara en el suelo al hombre que cayó era en realidad problema mío, él no volvía a caer por el hecho de que yo lo recordara caído.

El verdadero problema sería si ese hombre caído no se levantara, o levantado dejara de intentar avanzar por el recuerdo de haber caído. Los tropiezos eventualmente se presentan, las caídas en el área moral, física o económica a veces nos alcanzan, echando por el despeñadero, años de trabajo, las ilusiones de un mejor provenir y la fuerza que nos hacía sentir capaces de todo y la confianza que recibíamos de otros. Sin importar si hemos sido o no los causantes de la caída, el recuerdo se convierte en una vocecilla interna que nos desanima a seguir adelante y convertirnos en quienes que hemos sido llamados a ser y así llegar a nuestro destino.

El sabio Salomón declaró: «Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse…» [Proverbios 24:16], el número siete no representa una cantidad limitante como las siete vidas de un gato, o las ‘oportunidades’ de perder —llamadas comúnmente vidas— en los videojuegos antes de ser eliminado del juego. Más bien, es un número que representa que pueden ser muchos los tropiezos que se presenten en la vida de un hombre o una mujer íntegros, y que su virtud está en levantarse.

Me gusta pensar en la fe como un lazo; una cuerda. Si cayera en un pantano profundo podría liberarme si contara con el auxilio de una soga o cuerda, siempre y cuando tuviera algo firmen  dónde afianzarla. De otra manara me hundiría con todo y el lazo. Creo que así es la fe que levanta al justo del suelo o lo libera del fango de las calamidades, cuando se arroja a las manos de nuestro firme creador él nos levanta. El libro de proverbios así lo expresa: «Torre fuerte es el nombre del Señor; a él correrá al justo y será levantado.» [Proverbios 18:10]

Una buena manera de entender los tropiezos del ayer es que son referentes del camino que podemos ver a través de los pequeños espejos retrovisores del automóvil, mientras que el parabrisas nos da un amplio panorama del camino que conquistaremos, si no nos detenemos.


» La integridad nos hace estar de pie a pesar de haber caído más de una vez.

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