La mujer sabia edifica su casa; mas la necia con sus manos la derriba. [Proverbios 14:1 RVR]
Cada año, miles de
cisnes que viven en las zonas frías migran hacia el sur para hibernar. La
peculiar manera en la que lo hacen, me refiero a su famosa formación en V, no
sólo es un caprichoso estilo de volar; es un poderoso sistema que les ayuda
avanzar hasta en un setenta por ciento más rápido que como lo hacen las aves
que viajan solas.
Algo del instinto que radica en estas aves tiene su parte en el corazón de la mujer. Ellas también comprenden que se llega más lejos en el viaje de la vida cuando nos movemos en armonía unos con otros.
Lamentablemente, muchas han visto con desesperación y tristeza como sus compañeros de viaje y guías has decidido no continuar en la ruta que planearon recorrer con ellas. Sin tiempo para reponerse de la sorpresa y dolerse por la pérdida toman el mando y continúan el vuelo seguidas de sus pequeños, de docenas de necesidades y no menos responsabilidades.
En el vuelo de los cisnes, el líder no sólo guía al grupo en la dirección correcta, también recibe de lleno todo el impacto del aire, con lo que abre una brecha en el cielo para su grupo. Esa posición implica un desafío y esfuerzo que no muchos son capaces de pagar.
Es interesante notar que Jesús declaró: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.» [Juan 8:12 LBLA] Él quiere ocupar un lugar en el viaje hacia nuestro destino, desea sinceramente ser el guía.
Cuando el corazón de una mujer ha sido defraudado, desilusionado o decepcionado le cuesta mucho volver a confiar; finalmente ¿no es Jesús otro hombre más? No lo es, su guía siempre lleva a los que le siguen a su destino. Su luz, siempre da protección a los que siguen su vuelo.
Algo del instinto que radica en estas aves tiene su parte en el corazón de la mujer. Ellas también comprenden que se llega más lejos en el viaje de la vida cuando nos movemos en armonía unos con otros.
Lamentablemente, muchas han visto con desesperación y tristeza como sus compañeros de viaje y guías has decidido no continuar en la ruta que planearon recorrer con ellas. Sin tiempo para reponerse de la sorpresa y dolerse por la pérdida toman el mando y continúan el vuelo seguidas de sus pequeños, de docenas de necesidades y no menos responsabilidades.
En el vuelo de los cisnes, el líder no sólo guía al grupo en la dirección correcta, también recibe de lleno todo el impacto del aire, con lo que abre una brecha en el cielo para su grupo. Esa posición implica un desafío y esfuerzo que no muchos son capaces de pagar.
Es interesante notar que Jesús declaró: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.» [Juan 8:12 LBLA] Él quiere ocupar un lugar en el viaje hacia nuestro destino, desea sinceramente ser el guía.
Cuando el corazón de una mujer ha sido defraudado, desilusionado o decepcionado le cuesta mucho volver a confiar; finalmente ¿no es Jesús otro hombre más? No lo es, su guía siempre lleva a los que le siguen a su destino. Su luz, siempre da protección a los que siguen su vuelo.
El proverbio del día
dice: «La mujer sabia edifica su casa; mas la necia
con sus manos la derriba», creo que el mundo le debe un tributo a las mujeres
que han sabido criar, proveer y guiar a una familia bajo un cielo en tempestad.
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