Tuesday, February 19, 2013

Día 12 | Comunicación | Comunica valor

Comunica valor

El hombre se sacia del buen fruto de su boca, y recibe paga según la obra de sus manos. [Proverbios 12:14 RVC]


Las palabras tienen poder, ellas están dotadas de la capacidad de edificar o destruir. Una palabra sin sabiduría es capaz de aniquilar la confianza que se construyó en años. Por el contrario, las palabras enriquecidas con aprobación y estima tienen el poder de rescatar a quienes están sumergidos en el pozo de la desesperación. El poder de las palabras es tal que la Biblia acredita a Dios la creación del universo entero con sólo el poder de Su Palabra, ¡Dios dijo y fue hecho!

Las palabras revelan nuestro mundo interior, Jesucristo enseñó que «de la abundancia del corazón habla la boca», de tal forma que corregir nuestras palabras no es un asunto de retórica o de buenos modales, es una cuestión del corazón. En el fondo estamos construidos de las palabras que hemos creído. Poner en orden nuestra vida requiere forzosamente poner en su lugar las palabras que almacenamos en nuestro interior. Dejar las sombras del pasado atrás sólo será una realidad cuando encaramos las palabras que nos han afectado y las ubicamos en el lugar que les corresponde.

Es cierto que cuando alguien ‘explota’ suele decir cosas de las que luego se arrepiente. ‘No es verdad lo que te dije —expresan—, es que estaba molesto’. La verdad es que así como un volcán hace erupción arrojando millones de partículas que estuvieron contenidas en el fondo de la tierra, una ‘gritería’ asoma las palabras, las emociones y los asuntos no resueltos en nuestras relaciones que han estado ‘bajo tierra’ en lo profundo de nuestra alma.

Entonces, sí hay que pedir perdón, pero, no sólo eso… hay que aclarar asertivamente el problema en vez de volverlo a enterrar, pues de no resolverlo volverá a brotar bruscamente, y quizá aun peor, en el próximo desacuerdo.

Esto se dice fácil pero mi esposa y yo hemos trabajado este concepto por algunos años y sabemos de la dificultad que supone, pero también atestiguamos que no hay nada mejor que solucionar un problema —por mas tiempo que nos tome— y que es mejor colocarlo en la sala de trofeos de nuestros asuntos resueltos que mandarlo de regreso al cuartito de los ‘cachivaches’. ¡Hemos aclarado ahora malos entendidos con los que vivimos más de década y media!

El proverbio del día dice: «El hombre se sacia del buen fruto de su boca…», es decir, lo que decimos tiene su origen en lo que pensamos y eso se convertirá en las acciones que hagamos —para bien o para mal. Si queremos agregar valor a lo que hacemos y a los que nos rodean es necesario revisar la calidad de nuestros pensamientos. Si por años has pensado que tu jefe es un ¡viejo detestable! —por ejemplo—, difícilmente desempañarás un trabajo al máximo nivel de excelencia que pudieras. Así las familias, los matrimonios, las academias y asociaciones de todo tipo, trabajan sin llegar a lograr el tope de su potencial.

Agregar valor a otros requiere una limpieza de todo tipo de estorbos en la relación, de la eliminación de una visión egoísta o limitada de nuestros conflictos con otros y de una sabía disposición a dar generosamente, sin importar si habrá o no retribución de ellos.

» Que lo que comunique haga mejor al que me escuche es la mejo
r paga del mundo.

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