Yo, la
sabiduría, habito con la cordura, y hallo la ciencia de
los consejos. [Proverbios 8:12 RVR]
La integridad no se
vende en píldoras ni se puede comprar con dinero… su precio es mucho más
elevado. Cada día nos topamos con la decisión de ser íntegros o no;
independientemente de cuál sea nuestro origen, de cuál sea el ejemplo y la
educación que recibimos y aun de nuestras propias faltas de integridad del
pasado. Las características de una persona íntegra son muchas, quisiera
destacar algunas:
1. No negocia sus
principios. Dicen que todo mundo tiene un precio, pero siempre habrá algunos
que no se dejaran comprar por nada.
2. Asume total
responsabilidad de sus actos y de los de la gente a su cargo. Desde la clásica
excusa bíblica de «..pues, por la mujer que diste…», con la que Adán culpó a
Dios de su irresponsabilidad, la lista es incontable de la manera
—aparentemente hábil— con las que nos justificamos. Pero, enorme virtud es
decir: ‘Lo siento… yo lo resuelvo’.
3. Sabe esperar.
Uno de los promotores de la falta de integridad está dentro de nuestro propio
corazón… la impaciencia. Querer todo ‘ahora’ nos puede llevar a ejercitar la
manipulación, el engaño y la falta de autocontrol hasta el grado en que
terminamos corrompiéndonos.
4. No pierde la
actitud correcta. Cuando las cosas se salen por completo de nuestras manos es
cuando se pone a prueba nuestra verdadera actitud. No es difícil ver a quienes
tenían ‘lindas sonrisas en las buenas’ ahora con ‘palabrotas, angustia y actitudes
de espanto en las malas’.
5. Rinde cuentas.
El proverbio del día dice: «Yo, la sabiduría, habito con la cordura, y hallo la ciencia
de los consejos.» La integridad personal promueve la
transparencia y la rendición de cuentas de manera voluntaria. Los faltos de
integridad suelen tener espíritus solitarios y enemistades por donde quiera que
han estado, de las que difícilmente aceptan responsabilidad.
6. Inspiran unidad
y confianza o todo lo contrario. La integridad personal fomenta la integridad
en la empresa, en la iglesia y en la familia. Sin embargo, presenta también un
desafío que no todos son capaces de digerir. La integridad de unos puede ser la
incomodidad de otros. Los íntegros suelen despertar emociones contrastantes y
extremas.
7. Tienen un
compromiso personal por llevar al máximo nivel su vida. Finalmente quiero
señalar que la integridad debe nacer en el corazón. Cuando la actitud y el
desempeño es correcto, pero producto de
la presión de otros, no se trata de integridad, sino de sumisión. Los íntegros
han aprendido a tomar su fuerza de una fuente de poder que va más allá de sus
propios límites.
» La integridad se
siembra en el corazón, se abona con la constancia, se riega con el consejo y
crece con el poder de Dios.
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