Por Edgar Medina D.
¡Cuánto mejor es adquirir sabiduría que oro, y el
buen juicio que la plata! [Proverbios 16:16 NTV]
El uso de bebidas
alcohólicas ha acompañado al ser humano en toda su historia. La Biblia nunca condena su
uso, pero sí el abuso en el consumo.
«No se emborrachen con
vino, porque eso les arruinará la vida. En cambio, sean llenos del Espíritu
Santo» [Efesios 5:18 NTV].
El 80% de las
muertes violentas que se registran de adolescentes están asociadas con el
consumo inadecuado de alcohol o drogas ilegales. En fechas recientes los
números arrojan que la edad de inicio de consumo no sólo ha disminuido en
países como México, sino que ha igualado el porcentaje entre hombre y mujeres.
En el mundo de los
adolescentes los motivos que dominan la escena sobre el uso del alcohol son:
- Es un modo de «ponerse alegre»
- Es una ‘imposición’ del grupo
de amigos.
- Hay una fuerte presión social,
a veces producida por la publicidad.
- Genera desinhibición y
superación de la vergüenza.
- Es una forma de imitación de la
edad adulta.
Los
estudiosos del tema hoy distinguen al alcohol y el tabaco como drogas legales,
junto a los medicamentos. Productos como la cocaína, heroína y similares son
definidos como drogas ilegales. Notas esto: —tanto las legales como las
ilegales— son drogas al fin.
Socialmente
es tan aceptado el uso del alcohol que nos cuesta entenderlo como una droga y
resultaría casi impensable la celebración de una boda, un bautizo, un
aniversario sin el alcohol en la mesa. Pero, al ser este una droga, es como si
fuésemos invitados a ‘drogarnos’ después de la boda de un amigo, o del bautizo
de su hijo. Sonaría muy grotesca tal invitación:
«Le
invitamos cordialmente a drogarse con nosotros después de la ceremonia».
Sé que
estoy cayendo en una exageración, lo que pretendo en generar un poco de
atención en el hecho de que el alcoholismo es un problema social importante y
muy cobijado por la cultura.
El
proverbio del día dice: ¡Cuánto mejor es adquirir sabiduría
que oro, y el buen juicio que la plata!, vale hacer notar que ese
buen juicio —más valioso que la plata— es lo primero que se ve afectado con el
consumo del alcohol, mucho antes del abuso. La corteza cerebral, es la
encargada de procesar la información capturada por los sentidos y de controlar
los pensamientos consientes. Desde el momento en que se comienza a beber alcohol,
se inhiben estos procesos, por lo que la persona se siente más confiada, más
social y estimulada a hablar más. Sin embargo, también se inicia la dificultad
en enfocarse y pensar claramente. Luego, se afecta el sistema límbico que
controla emociones y memoria. Esta es la razón por la que un bebedor es más
emocional o agresivo al tomar. También se afecta la habilidad para recordar –
por eso las ‘lagunas’ en la memoria al despertarse al siguiente día.
Los efectos
negativos del abuso del alcohol llenan las páginas de libros enteros. En los
próximos años seremos testigos —si las cosas siguen el rumbo que llevan— de un
crecimiento importante de hogares en donde ambos padres sean alcohólicos. Me
parece que bien vale la pena hacer algo para modificar esa terrible tendencia.
Mi esposa y yo nos hemos involucrado recientemente como promotores voluntarios
en la prevención de adicciones en una organización civil, no religiosa. No
dominamos el tema aún pero me atrevo a recomendar lo siguiente para evitar que
desarrollar el alcoholismo en tu hogar.
- Decide ser no bebedor y no bebas
ante tus hijos.
- Mantén las bebidas alcohólicas
fuera del alcance de ellos.
- Jamás los mandes a comprarlas a
la tienda o traértelas del refrigerador para ti.
- No les des ‘probaditas’.
- Asocia la diversión y la
socialización a aspectos ajenos al alcohol.
- Infórmate e informa a tus hijos
acerca de las consecuencias en el abuso del alcohol.
- Aprende y enseña a tus hijos a
decir ‘NO’ a la presión social y cultural para ingerir alcohol.
» La verdadera alegría
no ingresa al cuerpo; surge del alma.
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