Al fin saciada
Por Edgar Medina y Yessica Moreno
—Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed. [Juan 6:35 NVI]
Hace años alguien me comentó que tras la segúnda guerra mundial un grupo de hombres y mujeres al norte de nuestro continente dedicaron grandes esfuerzos y recursos para brindar hogares adoptivos a muchos niños europeos; víctimas inocentes de la pena, dolor y muerte que la guerra trae consigo.
Ya instalados los pequeños en un nuevo mundo, lejos de la precaria situación en la que vivían no cesaban las secuelas del horror vivido de hacerse notar. Cada noche, muchos de ellos, despertaban llorando envueltos en una terrible angustia. Médicos y psicólogos encontraron que la fuente de su desesperada reacción era el hambre. La terrible experiencia de pasar días sin probar bocado los sumergía cada noche en la incertidumbre de saber si comerían en el día que estaba por llegar. La manera de calmar la intranquilidad de estos pequeños vino de un remedio poco científico, pero, muy práctico; mandar a los niños a la cama con un pedacito de pan en su mano, eso les brindaba más seguridad que todos los recursos que les rodeaban.
Algo en el corazón de la mujer no es muy distinto, necesita saberse segura, amada y protegida más allá de la protección que las cosas materiales puedan ser capaces de brindar. Les caracterizan las idas de compras y la sana afición de recibir regalos; pero, les gustaría que los demás descubrieran que es el tiempo y el amor invertidos en ellos lo que su corazón anhela; además del regalo —por supuesto—.
Me encanta escuchar acerca de Jesús, de su ayuda a los necesitados, de su amor y consideración por las mujeres, de su temple ante sus adversarios, en fin, todo de él; pero más me gusta escucharle a él, quien se define como el pan de vida. —Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed. [Juan 6:35 NVI]
Desde que decidí seguirle, he comprobado que él es justo lo que ha prometido ser, es así que cada noche mi mano tiene, al estar tomada de la suya, todo cuanto necesita para satisfacer mi alma.
Del corazón de Dios
Naciste para saciar en mí toda tu necesidad, yo soy todo lo que necesitas, en mí estás completa. Nadie te podrá hacer daño si estás a mi lado. Eres luz y naciste para brillar, eres mía y naciste para reflejar mi amor.
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