No estaba muerto…
Por Edgar Medina y Yessica Moreno
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. [Juan 11:25 RVR]
Nuestro hijo mayor no se ha caracterizado por ser muy dedicado a los estudios, su desencanto por la escuela se remonta al tiempo en que se enteró de que el kinder no era un salón de fiestas infantiles. En ocasiones el terminar una tarea con él, parece una odisea casi inalcanzable. Reconocemos que muchas veces nos hemos impacientado y sentido muy frustrados.
Al finalizar su primer grado de primaria los grandes esfuerzos invertidos comenzaron a rendir fruto, concluyendo el año escolar con excelente rendimiento. Eso aligeró nuestra carga y nos dio el descanso que necesitábamos.
Nunca olvidaremos la tarde que la amenaza del cáncer de mama golpeó nuestra puerta. Tras una consulta de rutina con el ginecólogo fueron ordenados unos exámenes en el laboratorio. Los resultados condujeron a Yessi a una intervención quirúrgica de emergencia tan sólo unas horas después.
Hemos aprendido, y vuelto a aprender, que todos nuestros humanos esfuerzos, son insuficientes para las aflicciones que la vida suele presentarnos. Ayudar a nuestros hijos con la escuela es cosa sencilla comparada con otras adversidades, como el cáncer; pero lo cierto es que en todo necesitamos de una ayuda especial.
Jesús declaró algo sobre sí mismo, que de no ser cierto lo convierte en un demente sin compostura: Yo soy la resurrección y la vida —expresó—; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Las tareas cotidianas tienen su grado de dificultad, las enfermedades nos afectan mucho más; pero la muerte, la fría muerte, es simplemente invencible. Es la más clara frontera de hasta dónde llega la capacidad del ser humano. Nota esto: Jesús, es capaz de vencerla.
Quien cree en Jesús, y confía en él, es poseedor de la más grande promesa que alguien pudiera recibir jamás: «aunque esté muerto vivirá». Sea lo que sea que vivas, tiene solución si en Jesús confías. No hay poder que pueda llegar a vencerte del que él no pueda rescatarte.
Del corazón de Dios
Naciste para vivir en plenitud. Naciste para vencer en cada aflicción que se te presente. Eres mi creación y yo te llenaré de vida, eres mi hija y nadie te arrebatará de mi mano.
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