Si rechazas la disciplina, sólo te harás daño a ti mismo, pero si
escuchas la corrección, crecerás en entendimiento. [Proverbios 15:32 NTV]
El afamado escritor y conferencista John Maxwell ha dicho que una
persona debe enfocarse en desarrollar sus áreas fuertes más que en invertir
tiempo y esfuerzo por corregir sus debilidades; a menos que se trate de su
actitud, determinación y disciplina, —los tres vértices del carácter. En lo
personal por naturaleza rehúyo a la disciplina. Pienso que es como las
verduras; nos saben bien, pero ‘las tienes que comer’. Un día comprendí que si
no eliminaba mi desgano hacia la disciplina mi familia sufriría junto conmigo
las consecuencias.
Un verano, después de tomar unas vacaciones familiares, me percaté de
que había borrado todas las fotos en las que yo mismo aparecía, ‘algo’ de esas
fotos no me gustaba y más tarde reconocí que se trataba de los 20 kilos que yo
tenía de sobrepeso. Estaba a punto de borrar la última de esas fotos cuando
pensé lo egoísta que había sido, la falta de ejercicio y de disciplina para
comer no sólo me causaría problemas a mí, tarde o temprano le estaría regalando
a mi esposa un verdadero costal de enfermedades. Antes de llegar a casa había
tomado una decisión al respecto, bajaría al menos 20 kilos antes de que
terminara el año. Se lo comuniqué a mi esposa; ella no le dio la menor
importancia a mi comentario, pues me había escuchado tantas veces decir cosas
que finalmente no cumplía que su nivel de credibilidad estaba peor de las
acciones facebook en la bolsa de Nueva York.
Lo primero que hice para bajar los kilos extras fue consultar al médico
quien me canalizó con una nutrióloga, ella me dio una dieta y me recomendó ejercitarme.
Honestamente no se trató de nada del otro mundo, fue algo muy obvio: come
saludable, en cantidad razonable y haz ejercicio. El problema en realidad era
derrotar a la indisciplina, pero comencé la hazaña sin saber que lo que se
requería para vencer ya lo tenía conmigo. No me lo dieron en el consultorio ni
lo recibí con las raciones adecuadas de comida saludable, lo tuve en el momento
en el que me determiné a hacerlo. Esa determinación me levantó de la cama los
siguientes meses para ir al parque a mi caminata y para resistir el embate de
las cantidades de comida que se me presentaban como diciéndome: «Lo estás
haciendo muy bien… ¡mereces comerme!», pero resistí. En sólo tres meses había
reducido mi talla y mi peso a los niveles adecuados bajando casi 25 kilos, lo
más importante del asunto está muy lejos de ser eso, pues sacrificarse tres
meses no es fácil, pero tampoco es una gran hazaña, el fruto de la disciplina
ha sido que cuatro años después me he mantenido en mi peso.
Muchas cosas —increíblemente buenas— me han pasado a raíz de superar esa
debilidad. A propósito, hoy la disciplina me sabe diferente, he aprendido a
disfrutarla y la he convertido en una parte activa de mi vida y de la de mi
familia.
El proverbio del día dice: «Si rechazas la disciplina, sólo te harás daño a ti mismo…»
y estoy convencido que la indisciplina es una actitud autodestructiva que aprendemos a justificar por falta de carácter.
» La disciplina es el poder que transforma el talento en éxito.
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