El caballo
se prepara para el día de la batalla, pero la victoria pertenece al Señor.
[Proverbios 21:31 NTV]
Creo que el
famoso slogan de la tarjeta American Express ‘No salga sin ella’ puede tener
una aplicación muy válida en la vida espiritual. El libro de los Proverbios
dice: «La bendición del Señor es la que enriquece, y no añade tristeza con
ella». La palabra bendición significa básicamente ‘hablar bien’, cuando Dios
—que creó todo con el poder de su palabra— habla bien de ti no te puede ir
menos que ¡de maravilla! La creación por completo le obedece sin chistar y un
murmullo suyo a tu favor es capaz de poner todo de tu lado.
Lo
contrario también es cierto, puedes esforzarte con todo afán por desarrollar tu
carácter, tu comunicación y disciplina para echar con éxito tu barca en el mar
de la vida, pero si la bendición del Todopoderoso no te acompaña te será imposible
llegar al puerto en donde te esperan las cosas que anhelas en lo profundo de tu
alma. De acuerdo, ya me puse cursi y debo parar aquí un poco, para llorar a
gusto… listo.
Eso que
comúnmente se llama ‘suerte’ no existe, es decir, las cosas no surgen producto
del azar, en la vida se siembra lo que se cosecha, lo hallamos hecho consciente
o inconcientemente. Otro factor determinante detrás de lo que sucede es el
propósito de Dios. En una ocasión Jesús caminaba por las calles de Jerusalén
con sus discípulos, cuando se encontraron en el camino a un hombre ciego desde
su nacimiento, por la creencia religiosa de los judíos de esa tiempo ellos
atribuyeron la enfermedad a algún pecado cometido en el pasado del hombre.
Entonces le preguntaron al maestro: «¿Quién pecó, éste o sus padres?», Jesús
les respondió que ni el ciego ni sus padres habían sido los causantes, sino que
había un propósito para la vida de ese hombre en que el poder de Dios iba a
manifestar trayendo sanidad y alimentando con eso la fe de todos aquellos que
le habían visto por años enfermo y sin esperanza, entonces le sanó.
¡Qué
glorioso!, ¿no es así? Pero, imagina que tu hubieras sido el ciego, y que
descubres que te pasaste 40 años de tu vida sin vista sólo para que conocieran
la gloria de Dios aquellos que a veces te ayudaron y a veces no; esos que daban
gracias a Dios al verte por que sus hijos sí veían; esos que sentían que habían
hecho la obra buena del día al arrojar una moneda que les sobraba en tu
botecito… voy a volver a llorar… listo.
¿A dónde
voy con esto?, me parece que el concepto que tenemos de lo que es la
‘bendición’ es muy inferior al que Dios tiene. Sí esperamos ser bendecidos pero
eso significa para nosotros que las cosas salgan como queremos, que no nos
enfermemos, que ganemos buen dinero, que se cumplan nuestro proyectos, que
nuestros familiares y amigos también prosperen en todas la cosas que emprendan;
y nada de eso está mal, pero ignoramos que la gloria de Dios es la verdadera y
más sublime bendición. La gloria de Dios es el crédito que él cobra de los que
nos rodean al verle reflejado en las cosas que hace en nuestra vida. Es decir,
la bendición no es sólo que el Creador ‘hable bien’ de nosotros, sino que
nuestra vida ‘hable bien de él’. Esa es la más grande bendición, porque para
eso nacimos.
El proverbio del día dice: «El caballo se prepara para el día de la batalla, pero la victoria pertenece al Señor», aquí yo noto dos cosas importantes; la primera es que el caballo debe prepararse para la batalla, eso habla de mi responsabilidad en equiparme y dar lo mejor de mí para la batalla de la vida poniendo todos mis recursos —representado por el caballo— listos para lo que se requiera. El segundo aspecto es que el resultado está fuera de mis manos, dependo de la bendición de Dios, pues él es el que da la victoria y llegando el triunfo él es el que debe de recibir la honra y la gloria.
Con mucha
seguridad tú y yo tenemos muchas luchas por delante en esta tierra, la
bendición de Dios no te librará de ellas, pero si te acompaña te dará la
victoria —sí o sí—, sólo recuerda tres importantes aspectos de la bendición: La
victoria es tuya, la gloria es de Dios y… ¡no salgas sin ella!
» La
disciplina y la lucha es nuestra parte, la victoria es la parte de Dios, no hay
riesgo si te asocias con él.
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