Sunday, March 03, 2013

Día 21 | Creciendo en disciplina | Haz tu parte

Haz tu parte

El caballo se prepara para el día de la batalla, pero la victoria pertenece al Señor. [Proverbios 21:31 NTV]

Creo que el famoso slogan de la tarjeta American Express ‘No salga sin ella’ puede tener una aplicación muy válida en la vida espiritual. El libro de los Proverbios dice: «La bendición del Señor es la que enriquece, y no añade tristeza con ella». La palabra bendición significa básicamente ‘hablar bien’, cuando Dios —que creó todo con el poder de su palabra— habla bien de ti no te puede ir menos que ¡de maravilla! La creación por completo le obedece sin chistar y un murmullo suyo a tu favor es capaz de poner todo de tu lado.

Lo contrario también es cierto, puedes esforzarte con todo afán por desarrollar tu carácter, tu comunicación y disciplina para echar con éxito tu barca en el mar de la vida, pero si la bendición del Todopoderoso no te acompaña te será imposible llegar al puerto en donde te esperan las cosas que anhelas en lo profundo de tu alma. De acuerdo, ya me puse cursi y debo parar aquí un poco, para llorar a gusto… listo.

Eso que comúnmente se llama ‘suerte’ no existe, es decir, las cosas no surgen producto del azar, en la vida se siembra lo que se cosecha, lo hallamos hecho consciente o inconcientemente. Otro factor determinante detrás de lo que sucede es el propósito de Dios. En una ocasión Jesús caminaba por las calles de Jerusalén con sus discípulos, cuando se encontraron en el camino a un hombre ciego desde su nacimiento, por la creencia religiosa de los judíos de esa tiempo ellos atribuyeron la enfermedad a algún pecado cometido en el pasado del hombre. Entonces le preguntaron al maestro: «¿Quién pecó, éste o sus padres?», Jesús les respondió que ni el ciego ni sus padres habían sido los causantes, sino que había un propósito para la vida de ese hombre en que el poder de Dios iba a manifestar trayendo sanidad y alimentando con eso la fe de todos aquellos que le habían visto por años enfermo y sin esperanza, entonces le sanó.

¡Qué glorioso!, ¿no es así? Pero, imagina que tu hubieras sido el ciego, y que descubres que te pasaste 40 años de tu vida sin vista sólo para que conocieran la gloria de Dios aquellos que a veces te ayudaron y a veces no; esos que daban gracias a Dios al verte por que sus hijos sí veían; esos que sentían que habían hecho la obra buena del día al arrojar una moneda que les sobraba en tu botecito… voy a volver a llorar… listo.

¿A dónde voy con esto?, me parece que el concepto que tenemos de lo que es la ‘bendición’ es muy inferior al que Dios tiene. Sí esperamos ser bendecidos pero eso significa para nosotros que las cosas salgan como queremos, que no nos enfermemos, que ganemos buen dinero, que se cumplan nuestro proyectos, que nuestros familiares y amigos también prosperen en todas la cosas que emprendan; y nada de eso está mal, pero ignoramos que la gloria de Dios es la verdadera y más sublime bendición. La gloria de Dios es el crédito que él cobra de los que nos rodean al verle reflejado en las cosas que hace en nuestra vida. Es decir, la bendición no es sólo que el Creador ‘hable bien’ de nosotros, sino que nuestra vida ‘hable bien de él’. Esa es la más grande bendición, porque para eso nacimos.

El proverbio del día dice: «El caballo se prepara para el día de la batalla, pero la victoria pertenece al Señor», aquí yo noto dos cosas importantes; la primera es que el caballo debe prepararse para la batalla, eso habla de mi responsabilidad en equiparme y dar lo mejor de mí para la batalla de la vida poniendo todos mis recursos —representado por el caballo— listos para lo que se requiera. El segundo aspecto es que el resultado está fuera de mis manos, dependo de la bendición de Dios, pues él es el que da la victoria y llegando el triunfo él es el que debe de recibir la honra y la gloria.

Con mucha seguridad tú y yo tenemos muchas luchas por delante en esta tierra, la bendición de Dios no te librará de ellas, pero si te acompaña te dará la victoria —sí o sí—, sólo recuerda tres importantes aspectos de la bendición: La victoria es tuya, la gloria es de Dios y… ¡no salgas sin ella!

» La disciplina y la lucha es nuestra parte, la victoria es la parte de Dios, no hay riesgo si te asocias con él.

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