Friday, June 21, 2013

Día 39 | Cuestiones de integridad | Los beneficios de la integridad

Los beneficios de la integridad

El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza de su madre. [Proverbios 10:1 RVR]

La ciudad de Chicago fue controlada algún tiempo por Alphonse Gabriel «Al» Capone. Su organización delictiva manejaba todo lo relacionado con piratería, la extorsión, la producción ilegal y contrabando de alcohol, la prostitución, los asesinatos y el tráfico de drogas. Este ‘angelito’ tenía un abogado a quien apodaban «Easy Eddie».  Se trataba de un hombre bien preparado y sumamente astuto, quien logró de Al Capone se mantuviera fuera de la cárcel a pesar de todas sus tropelías.

Capone remuneraba muy bien a Eddie, quien para entonces ocupaban una mansión cercada con muralla en todo su perímetro, contaba con cualquier cantidad de sirvientes y tenía todas las comodidades posibles en esa época. Eddie vivía la ‘gran vida’ de la Mafia de Chicago y le prestaba poca o ninguna consideración a las atrocidades que sucedían a su alrededor.

Eddie tenía un hijo al que amaba entrañablemente y solía estar atento de que no le faltara nada a su joven hijo: ropa, automóviles, lujos, y una buena educación en prestigiosos colegios. Nada era suficientemente bueno para el hijo de Eddie; el dinero —obviamente— no era obstáculo. Sin embargo, a pesar de su relación con el crimen organizado, Eddie hizo esfuerzos por enseñarle a su hijo la diferencia entre el bien y el mal. Simplemente, Eddie deseaba que su hijo fuera un mejor hombre que él.

Lamentablemente, a pesar de toda su fortuna, había dos cosas que Eddie no le podía dar a su hijo: ni un buen nombre, ni un buen ejemplo. Eso lo llevó a una encrucijada en su vida; finalmente enfrentó con una terrible decisión. Easy Eddie deseaba rectificar todo el mal que había hecho.

Con absoluta determinación, Easy Eddie decidió que cooperaría con las autoridades y declararía toda la verdad escondida tras la organización de Al Capone, en un firme intento de limpiar su manchado nombre, y ofrecerle entonces a su hijo alguna clara imagen de lo que significaba la integridad. Para hacer esto, Easy Eddie tendría que ser testigo ante los Tribunales en contra de La Mafia, y él comprendía bien el costo que ello conllevaría… Easy Eddie testificó.

Al paso de un año, la vida de Easy Eddie terminó con una ráfaga de disparos y ametralladoras en un callejón de Chicago, sabiendo que le había dado a su hijo el regalo más grande que le podía ofrecer, su integridad.

Uno de los heroes que produjo la Segunda Guerra Mundial fue el Teniente Comandante Butch O’Hare, quien era un piloto de caza, entre los más expertos, asignado al portaviones Lexington, nave madre de la flota del Pacifico Sur de los Estados Unidos.

Un día su escuadrón completo fue enviado de emergencia a cumplir una misión y debieron despegar del portaviones con urgencia. Pero después de encontrarse en vuelo en formación, Butch miró a su medidor de combustible y se dio cuenta que habían fallado en llenarle el tanque completo de su avión. Butch no tendría combustible suficiente para completar la misión y regresar al portaviones.

Butch reportó su situación a su jefe del escuadrón quien le ordenó regresar al portaviones. Con mucho pesar, Butch se salió de formación y se dirigió de regreso a la flota que navegaba por el Pacifico Sur. Pero, mientras regresaba a su nave madre, se dio cuenta de algo que le heló la sangre: un escuadrón completo de cazas Japonés se dirigía a toda velocidad hacia la flota Americana.
A Butch no le daba tiempo de regresarse y alcanzar al escuadrón de cuya formación había salido y llegar a tiempo para defender y salvar a la flota. Pero se dio cuenta además que tampoco tenía tiempo de llegar o aproximarse a la flota lo suficientemente para avisarles del ataque Japonés que se avecinaba.

No había salida, sólo le quedaba intentar desviar al escuadrón japonés para alejarlos de la flota.

Dejando de lado todo pensamiento de seguridad personal, Butch se enfiló de lo alto en picada hacia la formación de los aviones Japoneses. Activó sus ametralladoras Calibre 50 montadas en sus alas y comenzó a disparar insistentemente mientras cargaba directamente hacia la formación japonesa. Así logró derribar a un primer enemigo sorprendido y otro más y otro después. Butch se desplazaba con mucha agilidad entre el escuadrón Japonés desconcertado, al que ya lo había hecho romper formación y continuaba disparando tanto como pudiera a tantos aviones japoneses como les fuere posible hasta que sus municiones se agotaron.

Aun así, sin temor alguno, Butch continuó en el asalto. Se enfilaba hacia los aviones tratando de tocar las alas o sus colas con la esperanza de dañar tantos aviones enemigos como le fuere posible de manera que les imposibilitara volar y tuvieren que aterrizar forzosamente en el mar o simplemente retirarse.

Así, finalmente, el exasperado escuadrón Japonés se dirigió hacia otra dirección al momento, seguramente producto de la orden de su comandante ante la inmensa confusión reinante.

Muy aliviado, el teniente O’Hare y su estropeado avión caza se dirigió de regreso a su portaviones. Butch sobrevivió.

Las películas montadas en las ametralladoras corroboraron su historia. Butch había derribado cinco aviones enemigos y otros tantos habían aterrizado forzosamente en el mar. Todo esto sucedió el 20 de Febrero del año 1942, y por esta acción, Butch llegó a ser el primer «As de la Naval» de la Segunda Guerra Mundial, y el primer Piloto Naval en concedérsele la Medalla de Honor del Congreso de los Estados Unidos.

Un año más tarde, Butch murió en combate aéreo a la edad de 29 años. Chicago, su ciudad natal reconoció tal portento de proeza y carácter nombrado al Aeropuerto O’Hare de Chicago en tributo y honor a este gran joven héroe norteamericano.

No deja de ser impactante la manera en la que las dos historias a quì contadas se entrelazan. Butch O’Hare era el hijo de «Easy Eddie».

» La integridad de hoy es el legado que dejarás para el día de mañana.

No comments:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...