Sunday, October 20, 2013

Día 49 | Temas sociales | La sociedad y Dios

La sociedad y Dios
Por Edgar Medina D.

No te acorrales al hacer una promesa apresurada a Dios y calcular el costo después. [Proverbios 20:25 NTV]

Tenemos millones de diferencias, pero algo de lo que tenemos en común los seres humanos es el ‘temor’, siempre hay algo a lo que le tememos.

El día que Moisés recibió en el Monte Sinaí las tablas con los Diez Mandamientos, el pueblo de Israel se enfrentó al más grande temor que puede sentir el ser humano; el de enfrentarse al Creador. Ese día —nos narra el libro bíblico de Deuteronomio—, el pueblo escuchó la voz de Dios como si fuesen grandes truenos y… ¡se han dado una espantada terrible! Al grado que poco más tarde le pidieron a Moisés, su líder, que si se trataba de escuchar la voz de Dios era mejor que él lo hiciera y que después él mismo les diera el mensaje; ¿para qué correr el riesgo de morir? —le dijeron [ver Deuteronomio 5].

Los hombres y las mujeres del día de hoy no somos tan diferentes, a veces pienso que la religión es el esfuerzo del hombre por mantener a Dios ‘atrapado’. San Pablo, uno de los más grandes teólogos de la historia, lo expresó así: «No hay nadie realmente bueno, no hay quien busque a Dios» [ver Romanos 3].

Hoy día, algunos de los movimientos religiosos más crecientes, hacen ver a Dios como una especie de ‘Genio de la Lámpara Maravillosa’, avocado a complacer los deseos más insólitos del alma, e incluso de la avaricia humana. Se reúnen multitudes en busca de su propio beneficio.

El verdadero problema de nuestro mundo está mucho más en el fondo de lo que los graves problemas sociales y económicos dejan ver; el ser humano rechaza a Dios. Se escucha con frecuencia que el cristianismo no es una religión, y es la más sincera verdad. Pues, el cristianismo no son el conjunto de enseñanzas que Jesús vivió y predicó, eso lo haría una filosofía o una opción religiosa más; el cristianismo es una relación real y personal con Dios a través de Jesucristo.

Si la religión es un esfuerzo humano, el cristianismo es el de Dios por alcanzarnos, por tender un puente que trae lo celestial a nuestra tierra.

El proverbio del día dice: «No te acorrales al hacer una promesa apresurada a Dios y calcular el costo después», nos enseña la tragedia que representa el actuar movidos por razones incorrectas —aun con Dios— y el costo de las consecuencias por fallar a la responsabilidad adquirida.

Hay una manera de hacer la diferencia en este mundo y ofrecer una verdadera solución a los problemas de nuestras familias y sociedades, y es que Jesucristo tenga una parte activa en nuestra toma de decisiones personales. Los grandes cambios que requiere nuestra cultura no vendrán por decreto gubernamental, nacerán en la convicción de hombres y mujeres renovados y sometidos al liderazgo eficaz de Jesús.

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